El 20 de julio de 1810: ¿verdadera independencia o primer paso hacia ella?
El 20 de julio de 1810 es recordado como el Grito de Independencia de Colombia, una fecha que se celebra con orgullo en todo el país. Sin embargo, más allá de la conmemoración, es necesario preguntarnos: ¿representó realmente este acontecimiento el inicio de una independencia consolidada o fue apenas el primer paso de un proceso largo, complejo y conflictivo? Este artículo sostiene que el 20 de julio fue un momento simbólico fundamental, pero no significó la independencia total e inmediata de Colombia, sino el punto de partida de una lucha política y militar que se extendería por más de una década.
En primer lugar, es importante contextualizar los hechos. El llamado “Grito de Independencia” se dio en un contexto internacional convulsionado. La invasión napoleónica a España debilitó al poder monárquico, lo que generó un vacío de autoridad en las colonias americanas. En ese escenario, un grupo de criollos en Santa Fe (actual Bogotá) promovió la creación de una Junta de Gobierno que representara los intereses locales, sin romper abiertamente con la corona española. El incidente del florero de Llorente, aunque anecdótico, fue utilizado como pretexto para movilizar al pueblo y proclamar la autonomía frente al régimen colonial.
Según el historiador Jorge Orlando Melo, “el 20 de julio fue una manifestación de autonomía criolla más que una declaración de independencia formal. Muchos aún proclamaban lealtad al rey Fernando VII” (Melo, Historia mínima de Colombia, 2017). Esto indica que los actores políticos de la época no tenían una visión uniforme ni radicalmente independentista.
A pesar de la creación de la Junta Suprema, el país vivió una etapa de profunda inestabilidad. El proceso que siguió fue caótico: conflictos entre federalistas y centralistas, gobiernos regionales en pugna, y falta de un plan nacional. El historiador David Bushnell sostiene que “el periodo entre 1810 y 1816 fue más una guerra civil criolla que una guerra contra España” (Colombia: una nación a pesar de sí misma, 1993), lo que evidencia que la lucha no fue únicamente contra el poder colonial, sino también entre distintas visiones internas.
A esto se sumó la reconquista española liderada por Pablo Morillo en 1816, que reinstauró el control monárquico mediante el uso de la violencia y la represión, en un periodo conocido como "el régimen del terror". Solo tras la Campaña Libertadora de 1819, liderada por Simón Bolívar, se logró una victoria militar decisiva con la Batalla de Boyacá. Como afirma Germán Mejía Pavony, “la independencia solo se consolidó cuando se impuso el poder patriota por las armas y se logró crear un nuevo aparato estatal” (Colombia: su historia, 2006).
En conclusión, el 20 de julio de 1810 debe entenderse no como el final del proceso colonial, sino como el comienzo de un largo camino hacia la libertad, lleno de contradicciones, luchas internas y sacrificios. Su valor radica en su fuerza simbólica como detonante de la conciencia criolla y la participación ciudadana. Por eso, más que un punto final, fue un punto de partida que sembró la semilla de una nación libre, aún en construcción.
Referencias:
Melo, J. O. (2017). Historia mínima de Colombia. El Colegio de México.
Bushnell, D. (1993). Colombia: una nación a pesar de sí misma. Editorial Planeta.
Mejía Pavony, G. (2006). Colombia: su historia. Editorial Norma.
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