viernes, 13 de junio de 2025

ARTICULO DE OPINION

Bogotá en movimiento… hacia el caos: una ciudad sin gobierno en las vías




 

En Bogotá no se camina, no se conduce, no se transita. Se sobrevive. El caos vial que atraviesa la ciudad hace rato dejó de ser un problema de movilidad para convertirse en un síntoma de una administración que, en lugar de gobernar, parece limitarse a observar con resignación. Mientras los bogotanos esquivamos huecos, motos y peatones imprudentes, el gobierno distrital permanece en una peligrosa indiferencia, sin propuestas contundentes ni acciones eficaces.

Uno de los signos más evidentes de este desgobierno es el comportamiento de quienes, irónicamente, deberían hacer respetar las normas: los agentes de transito. Verlos desobedecer semáforos, dirigir el tráfico sin criterio o simplemente desaparecer en horas críticas es un espectáculo diario. Su conducta no solo erosiona la poca autoridad que queda, sino que alimenta la anarquía en las calles.

La infraestructura vial, por su parte, es un testimonio del abandono. Calles con baches que parecen cráteres lunares, obras eternas que jamás se terminan y señalización escasa o confusa son parte del paisaje. A esto se suma la alarmante falta de iluminación, que convierte a la ciudad en una trampa mortal en las noches: conductores a ciegas, ciclistas invisibles y peatones cruzando entre sombras.

La convivencia entre actores viales es otra tragedia. Peatones que atraviesan por donde quieren, con agresividad y sin precaución, como si tuvieran un escudo invisible; bici taxistas que, más allá de su informalidad, circulan bajo efectos de sustancias psicoactivas, poniendo en riesgo no solo sus vidas, sino también las de sus pasajeros y demás ciudadanos. Y en medio de todo esto, motociclistas, ciclistas, buses y carros que compiten por cada metro como si estuvieran en una batalla campal.

Un contraargumento que merece consideración es la falta de cultura ciudadana. Es cierto que muchas conductas irresponsables provienen del desconocimiento o la falta de educación vial. Sin embargo, cuando esta falta de cultura no es abordada por políticas educativas sostenidas ni campañas efectivas por parte de la administración, deja de ser excusa y se convierte en responsabilidad compartida. El silencio del gobierno es también una forma de aval.

Bogotá no necesita más diagnósticos, necesita intervención urgente. La ciudad requiere una autoridad que haga respetar las normas, que repare y mantenga su infraestructura, que ilumine las vías, que vigile de verdad. Es hora de que el gobierno distrital deje de ser un espectador pasivo y se convierta en el actor principal de una transformación que no da más espera. Porque hoy, en las calles de Bogotá, lo que está en juego no es solo la movilidad, sino la vida misma.

FRANS DAVID IZQUIERDORODRIGUEZ

CONSEJERO LOCAL Y DISTRITAL DE LA BICICLETA

 


No hay comentarios:

Publicar un comentario