LECTURA 2
MIGRACIONES
Resquebrajamiento de las ideas originarias
Diversas causas han sido atribuidas a la decisión de emigrar. Para explicarlas se han postulado diferentes teorías. Además, están los análisis que se realizan desde diferentes disciplinas, como la Demografía, la Economía, la Historia, la Psicología, el Derecho, la Sociología, la Geografía, la Ecología, la Ciencia Política, etcétera.
Las explicaciones que dan cuenta de los motivos de este fenómeno se vinculan con la falta de trabajo, la persecución político-ideológica, la inseguridad producto de la violencia, las guerras, la persecución étnico religiosa, los problemas socioeconómicos, el mejoramiento de la calidad de vida, la búsqueda de desarrollo individual o familiar, oportunidades de empleo y educación, acceso a bienes y servicios, entre otras.
La indagación y el análisis que se ha realizado sobre este fenómeno permiten afirmar que la decisión migratoria, en última instancia, es una consecuencia de un complejo proceso. En el mismo, el imaginario sociocultural, constituido históricamente, se resquebraja en su proyecto de futuro ante la presencia de una realidad y de un discurso hegemónico, que quiebra las expectativas de realización personal y de seguridad; no sólo económica, sino también política y social. Para evitar el derrumbe personal se opta por tratar de escapar a esa situación angustiante, tipo callejón sin salida. La emigración será la posibilidad de mantenerse aparentemente entero, con la idea de que el nuevo país le permitirá encontrarse con aquellas cosas que le faltan en su país de origen. Pero el conflicto no desaparecerá, se marchará con él, sin saberlo, por el resto de su vida. De esta forma, sus temores serán negados, no tomará conciencia plena de su situación, lo cual le impedirá revertir el proceso y quedará condenado a una falsa integración conformista, que le imposibilita encontrar alternativas para mejorar su vida, de tal modo que la migración resulte innecesaria.
La decisión migratoria, entonces, estaría fundada en una compleja combinación de factores internos y externos; entre los externos más significativos destacamos:
1. Falta de alternativas para los logros ocupacionales.
2. Incertidumbre social sobre el futuro económico.
3. Inseguridad general frente al crecimiento de la violencia.
4. Necesidades básicas insatisfechas.
Entre los factores internos destacamos:
1. Frustración en las expectativas de vida.
2. Frustración en la realización personal
3. Mandato generacional ligado a la comunidad de la cadena migratoria familiar.
4. Acceso a la información acerca de las opciones en el exterior.
5. Convicción de la imposibilidad de la realización ético-valorativa en la sociedad de origen.
Como afirma Maslow, el ser humano está objetivamente orientado hacia la búsqueda de metas y objetivos para la satisfacción de sus necesidades, tanto biológicas como cognitivas, y en los países expulsores, las condiciones para lograr esos objetivos están cortadas por la situación de crisis permanente y violencia perpetua. Además, atendiendo también a las argumentaciones de McCleiland, estaremos nuevamente ante una situación en donde la emigración puede aparecer como una alternativa posible, dado que, según dicho autor, todas las necesidades son aprehendidas, hasta el punto de crear un ambiente propicio para modificar cualitativa y cuantitativamente la necesidad de logro y el nivel de aspiraciones.
A partir de este planteamiento general surgen los siguientes supuestos:
1. La inseguridad laboral determina las causas de la frustración en la realización económica, lo cual conduce a crear expectativas de encontrar una mejor situación de vida en el exterior de la propia comunidad de origen.
2. La inseguridad que produce el aumento progresivo de la violencia social genera conflictos ético valorativos, produciendo tendencias a abandonar la comunidad o el país de origen, según el caso.
3. La falta de acceso a oportunidades en la realización personal lleva a la frustración sociocultural, lo que produce un descontento con la situación de la comunidad o país de residencia.
4. La migración de recursos humanos calificados es inducida y forma parte fundamental del proyecto de concentración de la inteligencia de los países centrales.
Consecuencias generales
Los flujos migratorios producen, tal como afirmábamos al comienzo, una serie de consecuencias relacionadas con el país de origen y con el país receptor. En el país de origen se podría disminuir el conflicto social y político cuando un porcentaje importante de la población productiva decide emigrar. Disminuirían así los niveles de desocupación y de descontento, ya que se crearían posibilidades aparentes, producto de este movimiento de personas hacia otras regiones. La mano de obra que se queda puede tener una mayor posibilidad de ingreso al mercado de trabajo, porque ha disminuido la competencia. Esta última perspectiva, denominada válvula de escape, ha sido aceptada por algunos marcos interpretativos que consideran la emigración de recursos humanos, y sobre todo los calificados, como proceso de circulación de capital humano, lo cual permite una asignación más eficiente de recursos en el ámbito mundial.
Por el contrario, otra visión sobre el tema es aquélla que plantea que con la pérdida poblacional surge una disminución de las posibilidades de consumo en economías cuyo potencial de desarrollo se basa, parcialmente, en la activación de su mercado interno.
Una tercera postura plantea que, con la emigración puede aumentar la capacidad de consumo de aquéllos que se quedan y tienen un grado de parentesco con quien se fue; siempre y cuando el emigrante se haya integrado a la sociedad receptora, de manera que esté en condiciones de enviar a su familia una parte del dinero excedente que genere en el país receptor.
Para ello se condiciona a los sujetos de modo que tomen una decisión que, en general, nunca terminan de procesar totalmente. En realidad, dicha decisión viene siendo el resultado del mensaje introyectado, generador del consenso rutinario. Éste conduce a un conjunto de personas a emigrar, como una salida a las limitaciones impuestas en el país de origen.
El imaginario sociocultural así constituido los determina, construyendo las fantasías sustentadas en ciertos valores que subsumen a la población en interpretaciones falsas de la realidad. Expresándose a partir de la frustración de la realización o desarrollo personal y la imposibilidad de una movilidad social ascendente, una buena calidad de vida, o tan siquiera expectativas reales para lograrlo. Su decisión estará determinada no sólo por una insatisfacción básica con respecto a lo que su país de origen le ofrece, sino también por las oportunidades imaginarias que surgen de la estructura del mercado de trabajo y el marco cultural y social general del país al cual se dirige.
Por estas razones, su decisión estará orientada a una emigración más definitiva que circunstancial, lo cual se fortalece cuando el traslado se realiza a países donde el migrante supone que puede asimilarse con su familia, en condiciones laborales y sociales más ventajosas que en su país de origen.
La situación actual del capitalismo globalizado hace rato que dejó atrás la inocente o cínica idea de McLuhan acerca de "la aldea global sin fronteras". Podríamos decir que la apertura relativa de las fronteras es una forma perversa de extender la dominación de los países centrales o hegemónicos a los periféricos o hegemonizados, a través de la explotación de la mano de obra de éstos a bajo costo, y de sus recursos naturales.
Se discute sobre los inmigrantes ilegales, pero no cabe duda de que éstos pueden ser funcionales, toda vez que cuando un grupo de interés o presión necesita mano de obra excedente, las limitaciones migratorias desaparecen.
En el caso de los recursos humanos calificados (RHC), la selección para cubrir necesidades les permite a los países centrales encontrarse con un sujeto en el cual no invirtieron nada, sólo se benefician a partir de su potencial.
Imaginando las grandes oportunidades
El país receptor aparece, imaginariamente, como un espacio de grandes oportunidades e ingresos. La búsqueda de mejores condiciones de vida motoriza los movimientos migratorios, cuyas consecuencias políticas, económicas y sociales, provocan, en muchos casos, situaciones de conflicto en el país receptor. Se puede incrementar la competencia laboral, pueden surgir nuevos bolsones de pobreza, aumento de la discriminación, la xenofobia, etc. Puede ocurrir que los trabajadores menos calificados se perjudiquen por la pérdida de empleos —que irán a parar a los migrantes— o por la disminución de sus salarios.
Algunos de los efectos positivos de la emigración se relacionan con los logros comerciales que se pueden desarrollar y con las remesas. Aquí me detendré para tratar este efecto que hoy está tan de moda.
Las remesas son indicadores del efecto de la migración, consecuencia del conflicto social expulsor de grandes contingentes de personas que envían dinero para que su familia intente salir de la crisis económica, lo cual, supuestamente, disminuiría los niveles particulares del conflicto socioeconómico de esa familia que recibe ese dinero. Se pretende hacer creer a las sociedades receptoras de remesas que estas divisas contribuyen al desarrollo general de la economía del país y, en realidad, si observamos con detenimiento los montos que llegan, cómo llegan y a quiénes se dirigen, nos daremos cuenta de que es verdad que contribuyen, pero solamente como un complemento del salario familiar básico de aquellas familias más necesitadas. Me animo a decir que, si estos montos viniesen en un solo paquete, podrían ser destinados a la puesta en marcha de políticas sociales de diferente índole, pero como vienen fragmentadas en tantos pedazos como migrantes envían dinero, sólo pueden ser utilizadas para el consumo familiar.
Si realizamos la misma ecuación que hacen los analistas macroeconómicos para saber el ingreso per cápita de un país, y dividimos la cantidad de dinero que llega por remesa sobre la cantidad de población, nos encontraremos con que las sumas percibidas sólo alcanzarán para completar, mínimamente, el salario básico familiar; y, aunque esto no es poco, sobre todo para familias en situación de pobreza y pobreza extrema, no solucionaría el problema de las grandes mayorías pauperizadas de nuestras sociedades subdesarrolladas.
En Argentina todavía no se tiene un conocimiento acabado acerca de la cantidad de remesas que llegan desde el exterior, debido, sobre todo, a que no se ha desarrollado un sistema de control para este tipo de ingresos. La misma situación se produce en gran parte de los países latinoamericanos, salvo en aquellos casos donde éstas han pasado a ser parte sustancial de las economías nacionales. Tal es el caso de México, Brasil, El Salvador, Cuba, República Dominicana, Guatemala, Colombia y Ecuador, entre otros. En los registros oficiales se pierde de vista el dinero que se entrega en mano, cuando algún familiar, o amigo de viaje, visita el país receptor de divisas, o cuando llega vía correo, en algún paquete o libro. Por ejemplo, para el año 2003, México recibió por remesas un monto que se estima en 14 500 millones de dólares, y para 2005, casi 22 000 millones. A República Dominicana llegaron ese año alrededor de 2 700 millones. En 2003, Colombia recibió por remesas, 2 400 millones, y en 2005, 3 800 millones. El Salvador ha informado que para 2003 recibió la cifra de 2 000 millones y para 2005 trepó a 2 800 millones. Las cifras de Guatemala para 2003 fueron de 2 000 millones. Y para Cuba, en el mismo año, las remesas sumaron alrededor de 1 000 millones, antes de las prohibiciones realizadas por el gobierno de Estados Unidos para el envío de remesas en forma general. Ecuador ha recibido en 2003 alrededor de 1 000 millones y en el 2005, 2 260 millones de dólares. Todas estas cifras son mencionadas por el Banco Mundial en diferentes informes. Si tenemos en cuenta la cantidad de población total de cada país y su producto interno bruto, estaríamos observando que los montos recibidos ascienden, en la mayoría de los casos, a 10 por ciento de lo que al país ingresa por el total de producción y exportaciones.
En el año 2005, según el Banco Mundial, las remesas de latinoamericanos y caribeños llegaron a 48 300 millones de dólares.
Entre los efectos negativos de la emigración, encontramos la pérdida de población económicamente activa (PEA) de jóvenes, y por ende, el envejecimiento de la comunidad, la merma de RHC, la fragmentación familiar y los problemas psicosociales que la migración produce, tales como los derivados por la pérdida de un miembro de la familia, y los problemas personales y emocionales que las parejas casadas deben enfrentar debido a la separación física.
Con respecto al costo que representa este tipo de emigración para los países en desarrollo, diversas estimaciones han intentado una cuantificación del mismo. Así, un trabajo efectuado en Canadá planteó que los países del Tercer Mundo habrían contribuido con 10 000 millones de dólares por este concepto en los últimos 25 años. En Hong Kong, el cálculo de graduados migrantes entre 1987 y 1989 representaría 74 400 años hombre de enseñanza universitaria. El costo del capital humano aparece así como una transferencia que los países en desarrollo estarían efectuando, en la cual puede cuantificarse el valor que representa la reproducción y capitalización de dichos recursos.
Sin duda, y en virtud de la realidad que nos impone el momento histórico en el que vivimos, la migración de RHC es inducida y forma parte fundamental del proyecto de concentración de la inteligencia de los países centrales. Por otro lado, para países ya pobres en capital físico, la pérdida de su capital humano más valioso puede, eventualmente, llegar a constituir uno de los más serios obstáculos en sus procesos de desarrollo.
Entre los efectos positivos de la inmigración encontramos la incorporación de mano de obra, el incremento del consumo, la recaudación a partir del pago de impuestos.
Entre los efectos negativos podemos mencionar el problema de la integración y adaptación, la competencia laboral, los nuevos bolsones de pobreza, el aumento de la discriminación y la xenofobia, la disminución de los salarios de los trabajadores nativos por la competencia con los migrantes, la selección de mano de obra (ejemplo: ley de extranjería de España). Si a esto le sumamos que los gobiernos no tienen políticas sociales y demográficas coherentes para afrontar los problemas de la migración, y que la población migratoria irregular presiona sobre el mercado de trabajo, observaremos cómo los efectos de los movimientos migratorios impactan en el mercado de trabajo, en el sistema de salud, en los servicios públicos (agua, electricidad) y en todas las estructuras de los países emisores y receptores.
Aunque el proceso migratorio implica considerables esfuerzos y sacrificios para los trabajadores migrantes, sus penurias no terminan al llegar a destino. Por el contrario, allí deberán sortear obstáculos mayores, ya que se enfrentarán a múltiples formas de discriminación en el trabajo que desempeñen, en los salarios que perciban, en su carrera laboral y en los riesgos del desempleo (Stalker, 1994).
Duras condiciones de trabajo para su propia manutención, para recuperar lo pagado a los intermediarios y para ayudar a sus familiares. Los sueldos que perciben los migrantes son bajos porque los empleadores aprovechan su condición de ilegalidad y su desamparo jurídico, trabajan más horas, no les pagan lo acordado y les retienen los documentos para que no se quejen ni se vayan. Adicionalmente les son denegados sus derechos laborales, incluida la libertad sindical, y tampoco tienen ante quién quejarse por temor a la deportación. Por parte de los empleadores, ocurre la evasión del pago de impuestos, toda vez que el trabajador ilegal no es declarado fiscalmente y tampoco se les incluye en los programas de seguro social. Se le presentan obstáculos para su integración cultural. Tiene dificultades para capacitarse. Estas son algunas de las condiciones con las que deben enfrentarse los migrantes en los países de recepción.
Irregulares, ilegales o clandestinos
Cuando se contrata, transporta y emplea a trabajadores migratorios en desafío de la ley, sus derechos y libertades fundamentales corren mayores riesgos. La pobreza masiva, el desempleo y subempleo existentes en muchos países en desarrollo ofrecen a empleadores y agentes privados sin escrúpulos un terreno fácil para la contratación. En algunos casos, el traslado clandestino de los trabajadores adquiere carácter de operación delictiva.
Desprovisto de condición jurídica o social alguna, el trabajador migratorio ilegal es, por naturaleza, objeto de explotación. Queda a merced de sus empleadores y puede verse obligado a aceptar todo tipo de trabajo, en cualquier condición laboral de su vida. En el peor de los casos, la situación de los trabajadores migratorios es similar a la esclavitud o al trabajo forzoso. El trabajador migratorio ilegal rara vez trata de buscar justicia, por temor a ser descubierto y expulsado, y en muchos países no tiene derecho de apelación contra decisiones administrativas que le afectan.
Otra de las formas de impacto de los movimientos migratorios se da a partir del desplazamiento de la mano de obra nacional de las áreas rurales, especialmente fronterizas, donde se prefiere emplear inmigrantes ilegales, por sus niveles de eficiencia y los bajos sueldos que devengan. También sobre el Sistema de Salud, en particular en hospitales y centro de salud rurales, que se ven desbordados en su capacidad de atención a la población en general. El retorno de ciertas enfermedades, que se consideraban erradicadas, por cuanto la población que ingresa en condiciones de ilegalidad no se somete, ni es sometida, a controles higiénicos sanitarios debido a su propia situación jurídica irregular; aumenta la demanda sobre el servicio educativo y la matrícula escolar; se produce la invasión de terrenos municipales y privados en forma ilegal y proliferan una serie de actividades ligadas a la economía informal, el juego de azar y la prostitución, así como el incremento en el tráfico y consumo de drogas.
Desde la alimentación, hasta los usos más abstractos e intangibles, como la oración y los rituales religiosos particulares de la región de origen, son parte de la cultura con la que viajan los migrantes, conservando sus símbolos sociales y recreando espacios para mantenerla.
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