Un Ensayo sobre la Paz
La paz es indispensable para el
desarrollo humano. La paz concebida como ausencia de violencia y no de guerra,
siendo violencia todo lo que impida al ser humano desarrollar plenamente su
potencial físico, mental, espiritual (miedo, hambre, explotación, pobreza,
opresión, desinformación, manipulación)
Dado que la guerra comienza en la
mente del hombre, es en la mente del hombre, donde la defensa de la paz debe
ser construida. La paz requiere adoptar una definición positiva, que acepte y
asegure abundancia, comprensión acerca de la necesidades de interdependencia,
preferencia por soluciones holísticas y el valor de la compasión o fraternidad.
Porque la paz no es un mero rol de las instituciones, sino una responsabilidad
de todos los seres humanos, individual y colectivamente.
Estamos pasando por una situación
compleja, tanto que muchos de nosotros estamos completamente en guerra con
nosotros mismos, con la sociedad y con las naciones. A cada momento hay una
guerra en nuestra mente, siempre estamos escogiendo ir en una dirección o en
otra. Por lo tanto, cuantas veces haya un dilema debemos buscar en la
sabiduría, en el bien común, el camino de la rectitud y por esto es esencial
que las actividades educativas apunten a desarrollar a un hombre con valores,
responsable y sensible, quien creara una sociedad compasiva.
Promoviendo y enseñando la práctica
de la no-violencia reduciremos la violencia que consume nuestras Almas, nuestras
casas y nuestra sociedad. Para trabajar por la unidad de nuestro país y el
progreso de nuestro gran mundo, dediquémonos a la práctica del humanismo y no
permitamos que el odio y la violencia encuentren lugar alguno en nuestros
pensamientos, palabras y acciones. Al habernos comprometido solo con el
progreso material y bienestar físico hemos descuidado el desarrollo de la paz
mental y los aspectos internos de nuestro ser
Somos responsables de reemplazar
para el nuevo siglo y el nuevo milenio la cultura pasada de guerra y violencia
por una nueva cultura de paz y no-violencia, una cultura de prevención de los
conflictos. Necesitamos aproximarnos al nuevo milenio con una visión holística
y abierta, para alcanzar un estado de sociedad en la que cada uno de sus
miembros viva su vida de acuerdo con una paz aprendida en forma de pensamiento
amoroso y rectitud, sistema de valores y modelo de conducta. Es nuestra tarea
común de desarrollar formas prácticas que nutran esta cultura e ilustren a cada
individuo para que la pueda disfrutar plenamente.
Violencia creciente, corrosión de
valores familiares, diseminación del conflicto étnico y religioso, descuido del
ambiente natural y vacio interno a pesar de la prosperidad material, han
producido ansiedad universal, alienación y fragmentación.
Los esfuerzos para contener estos
problemas solo pueden tener éxito a menos que sus causas raizales sean
trascendidas por la práctica de los fundamentos espirituales en nuestra vida
diaria. El conocimiento de las raíces profundas de la pobreza y la opresión
contribuye muy efectivamente a la paz. Así que la pobreza, la enfermedad, la
explosión demográfica, la inequidad, la discriminación, la injusticia social,
la opresión política, la destrucción del medio ambiente, junto con la guerra y
los conflictos armados deben ser nuestro objeto de estudio. No perdamos tiempo
participando en juegos de sensiblerías y reuniéndose en espectáculos de paz
para ganar el aplauso o el voto de las personas, ya que si no hay una conexión
comprometida y un ambiente seguro no podemos movernos adelante hacia un cambio
significativo. Una buena educación y un trabajo seguro en la actualidad
contribuirían grandemente a nuestra salud física y mental.
El enojo de los oprimidos y la deshonra del opresor
son sentimientos naturales, respuestas genuinas a su degradación compartida.
Porque los países en desarrollo
están sufriendo demasiado y este dolor está alcanzando al mundo entero, uno
debería preguntarse: ¿Cómo puedo contribuir a construir una sociedad secular
justa basada en los principios de soberanía, evitando ser víctima de los
mercados y el auto- marginamiento por el aislamiento tecnológico? ¿Cómo parar
la carrera armamentista y lograr el desarme de todos? ¿Cómo parar la
degradación constante del medio ambiente? ¿Cómo lograr que los intereses
desorbitados de los industriales no exterminen los valores humanos? Las
respuestas las vamos encontrando al asumir una verdad espiritualidad, que no
nos coloque a los ciudadanos del mundo unos contra otros sino que nos impulse a
construir conjunta y compasivamente un mundo de paz.
El mundo solo será pacifico cuando
las personas del mundo sean pacificas y felices. El cambio tiene que empezar
con cada individuo. Si la selva esta marchita
y queremos restaurarla a la vida, debemos regar cada árbol de esa selva.
Si queremos paz mundial. Hemos de aprender cómo ser pacíficos nosotros mismos.
Solo entonces podremos traer paz al mundo. Antes que todo, no tratemos de
cambiar a la otra persona. Tratemos de
cambiarnos a nosotros mismos. Si alguien
está tratando de hacernos miserables, lo logra porque reaccionamos con ello.
Pretendemos producir alteraciones
mediante sistemas o una revolución en las ideas o en los valores basada en este
o aquel método, olvidando que somos nosotros (vosotros y yo) quienes creamos la
sociedad y producimos el orden o la confusión con nuestra manera de vivir.
Entones, empecemos por lo que está más próximo, por preocuparnos por nuestra
existencia diaria, por nuestros actos, pensamientos y sentimientos de todos los
días, los cuales se rebelan en el modo de ganarnos la vida y en nuestra
relación con las personas, ideas y creencias.
No es por lo mucho que hacemos,
sino por cuanto amor ponemos en lo que hacemos. Aunque no podamos hacer grandes
cosas, podemos hacer pequeñas cosas con gran amor. Juntos podremos construir
una cadena de amor alrededor del mundo. La influencia de un bello, cooperador y
esperanzador carácter es contagiosa y puede cambiar una nación entera.
Somos influenciados por las
personas alrededor de nosotros y por nuestro ambiente, y nosotros a la vez
ejercemos influencia en ellas. Si la mayoría de las personas, por ejemplo,
están a favor de la violencia, entonces la guerra, el derramamiento de sangre y
la destrucción ocurrirán y causaran sufrimiento a muchos. Pero si las personas
empiezan a purificar sus mentes, entonces la violencia no puede ocurrir. La
raíz del problema subyace en la mente de cada ser humano individual, porque la
sociedad está compuesta de individuos. Si cada persona empieza a cambiar,
entonces la sociedad cambiara, y la guerra y destrucción se volverán raros
eventos.
Nuestra propia acción mental tiene
una influencia en los otros. Si solo generamos negatividad en la mente, esta
negatividad tiene un efecto dañino en quienes están en contacto directo con
nosotros. Si nosotros llenamos nuestra mente con positivismo, con buenos deseos
hacia los otros, ocasionara un efecto de ayuda en los otros. No podemos
controlar la acción, el karma de los otros, pero podemos adiestrarnos a
nosotros mismos para tener una influencia positiva en quienes están a nuestro
alrededor.
Estamos siendo sobresaturados por
la cultura de la violencia que se está
exportando a todo el mundo, de tal forma que casi todos estamos influenciados,
contaminados por ella; se glorifica la violencia en el cine y la televisión y
se continua permanentemente, apoyando e involucrándose directamente en guerras
para mejorar o mantener el control de la economía y los intereses particulares
a través del mundo. Esto es cierto, pero nosotros como ciudadanos del mundo nos
debemos preguntar si vamos a continuar como borregos una inclinación y
tradición que son claramente aberrantes o si decidimos cambiarla. La violencia
y la civilización no van juntas: o somos violentos o somos civilizados; no
podemos ser ambos a la vez.
Año tras año aumentan los gastos en
defensa en la mayoría de los países del mundo; de ahí que si nosotros estamos
para cambiar esta tendencia, consideremos en serio el concepto de no-violencia
como expresión física de compasión; y esto requiere trabajar primero en el
desarme interior, liberándonos de todas las emociones negativas que produzcan
violencia, y luego proceder al desarme externo.
No-violencia no significa no
sumisión o aceptación de cualquier clase de injusticia. Significa encontrar una
solución inteligente, pacifica, que resuelva el problema. Enfermedades
desesperadas llaman remedios desesperados y la no-violencia, la no-cooperación
son la única alternativa para la anarquía, la tiranía o cosas peores.
No-violencia es una forma de vida y no simplemente una palabra en nuestras
bocas; es la manera de que la violencia no conduzca al mundo. Solo si nosotros
cambiamos nuestra propia actitud podremos cambiar el mundo.
El desarme externo también debe ser
ejecutado gradualmente, paso a paso. Primero debemos trabajar en la abolición total
de las armas nucleares y paulatinamente luego para detener el comercio de
armas, el cual hoy en día es altamente practicado por ser muy lucrativo, y
luego dirigirnos hacia la desmilitarización.
Por supuesto, continuaran los
problemas humanos, pero la forma de resolverlos debe ser a través del dialogo
profundo y el amor por la paz, más que por la guerra y el derramamiento de
sangre.
Siempre que alguien hace algo malo
daña a otros y a la vez el se hace daño a sí mismo. Si nosotros le permitimos
hacerlo, le estamos animando a que haga el mal. Luego, debemos usar toda
nuestra fuerza para detenerlo, pero solo con buena voluntad, compasión y
simpatía para esa persona, ya que si actuamos con odio o rabia, agravaremos la
situación. No podemos tener buena voluntad para semejante persona a menos que
nuestra mente este tranquila y pacífica, así que apliquémonos a desarrollar paz
dentro de nosotros para poder resolver el problema.
Si somos desdichados, confusos,
caóticos, en nuestro interior, eso lo proyectamos y causamos caos en el mundo,
puesto que la sociedad es el producto de la relación entre vosotros y yo, entre
mi mismo y los demás. Luego, si nuestra relación es confusa, egocéntrica,
estrecha, limitada, nacionalista, así construimos al mundo a imagen de lo que
somos.
En cambio el respeto es un elemento
de organización social, de aceptación de la vida, de reconocimiento a la
importancia de cada ser y de cada elemento en la armonía universal. El respeto
es no-violencia, tolerancia y amor. Recordemos que así como no podemos combatir
la oscuridad, no podemos combatir la inconsciencia. En lugar de luchar contra
la oscuridad traigamos la luz. En lugar de reaccionar al error, al dolor,
observémoslos y miremos a través de ellos, ya que si intentamos combatirlos los
polos opuestos se fortalecerán y se encarnaran más profundamente. Al
identificarnos con una de las polaridades crearemos un “enemigo” y así seremos
arrastrados hacia la inconsciencia. Asegurémonos de que no llevamos resistencia
a nuestro interior, ni odio ni negatividad. Amar a nuestros enemigos significa,
por supuesto, no tener enemigos. De la atención sostenida y por lo tanto de la
aceptación, llega la trasmutación.
Para construir un país hay que
construir primero al hombre, al hogar…. Hay que iniciar una educación
transformadora…. Primero hagamos de la educación una materia de urgencia global
que nos una en una misión y propósito. Es claro que la educación es el pilar de
la esperanza, la inclusión y la oportunidad, y necesita de nuestra primerísima
atención por encima de todos los demás.
Dado que nuestra educación ha
fallado en mejorar el crecimiento económico. En mejorar la calidad de vida en
el grueso de nuestra población, en construir una sociedad más igualitaria,
justa, fraterna, humanitaria y compasiva que evite el odio, la explotación, el
resentimiento y la venganza, nos deberíamos preguntar si nos estamos
equivocando con el tipo de ser humano que estamos preparando, o si nos falta
fuerza y determinación en lograr la transformación del ser humano, o si será
que nuestro disfuncional sistema educativo no ha desarrollado en los
estudiantes autoconfianza, creatividad y capacidad de corregir sus deficiencias
y de solucionar sus propios problemas, de descubrir su verdadera esencia y
misión.
Pongámonos de acuerdo, antes que
todo, en que debe haber una distinción entre una cultura de violencia y una
cultura de paz; en que las raíces causales del mal como la codicia, la
arrogancia, el odio, la ignorancia, la lujuria, el prejuicio y el egoísmo deben
ser identificadas y removidas para que los niños puedan ser criados en una
educación de paz en la que los valores espirituales sean enseñados.
ACTIVIDAD
1. CUADRO SINOPTICO SOBRE EL TEMA 12 IDEAS PRICIPALES
2. 10 PREGUNTAS CON RESPUESTAS
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